Breve historia de la música #1: Emo, la sensibilidad y la furia

Cuando comúnmente escuchamos la palabra emo, la asociamos a una época en los reproductores de mp3 abundaban, así como adolescentes pálidos, con una actitud deprimente y un mechón negro sobre el ojo derecho. Recordamos al instante las horas viendo Mtv, esperando que pasaran el video de Welcome To The Black Parade de My Chemical Romance para cantarla, sintiendo esa canción como un catalizador de nuestra angustia púber.

Bueno, en realidad, el emo no puede estar más alejado de eso. Si bien, las palabras son polisémicas y el epítome emo tiene dos significados; el de la subcultura/tribu urbana termina englobando erróneamente el aspecto musical, que a su vez, también contiene una contracultura ligada al hardcore punk (el cómo diablos pasó esto es muy interesante, pero no lo contemplaré en este artículo).

Si la etiqueta emo ya es problemática para, digamos, el mainstream; es asunto igual de polémico para los mismos artistas y seguidores del género. De forma concertada se entiende por emo a las bandas de la escena hardcore de Washington DC que, a mediados de los años 80, se desligaron de las temáticas y del sonido hardcore punk clásico. Los tópicos festivos y políticos, junto con la densidad de la música fue reemplazada por temas más personales e instrospectivos, además de poseer la velocidad punk junto con segmentos melódicos como juegos de guitarra, por ejemplo. A esta escena se le considera la “Primera Ola”, donde destacan Rites of Spring y Embrace, bandas con icónicos líderes para el devenir del punk: Guy Picciotto e Ian MacKaye, quienes fundarían los influyentes Fugazi a fines de la década.

A Ian MacKaye, líder de Embrace, la etiqueta emo (emocore, según la prensa de la época), le disgusta hasta el día de hoy. Y es que para Mackaye, el hardcore punk ya es música intensa y emocional, por lo que es innecesario crear una etiqueta aparte. Esta problemática de qué es el emo y qué bandas pertenecen a ese estilo, permanece hasta hoy.

Esta polémica conceptual se complicaría más en los 90, cuando surge la “Segunda Ola”. Aquí tenemos dos vertientes principales: una que sigue el sonido iniciado por Sunny Day Real State en su LP debut, Diary (1994) y otra que toma un rumbo más agresivo, generando el screamo, un estilo introspectivo y personal pero ligado a un punk veloz y caótico, gritos desgarradores y breakdowns melódicos. En esta rama destacan bandas como Orchid, Pg. 99 y Saetia.

No obstante, el sonido de Sunny Day Real State es el que marcaría la pauta. Una mezcla entre la melodía del rock alternativo estadounidense y la furia del punk distinguía a esta rama. Es común que las canciones presenten crecendos, comenzando con voces suaves y arpegios de guitarra para terminar en acordes distorsionados y gritos. A su vez, Cap’n Jazz sería el semillero de bandas que consolidarían y enriquecerían el sonido emo, como American Football y The Promise Ring; no obstante, la banda emo definitiva de la “Segunda Ola” fue Mineral, que en su celebrado EndSenerading (1998) plasmarían de manera perfecta los elementos del género.

A fines de 1990, surge la “Tercera Ola” de emo, dada la disolución de algunas bandas importantes de la “Segunda Ola” y el cambio estilístico de bandas sobrevivientes de esta. En este momento, el emo comienza a girar más hacia sonidos alternativos, siendo influidos por el pop punk que en esa época lideraban bandas como Green Day y Blink-182. Grupos como The Get Up Kids y Jimmy Eat The World mezclaban la energía de antaño con melodías más comerciales, logrando reconocimiento entre los auditores del rock más mainstream.

En este punto, principios de los 2000, es donde el emo como tal desapareció. Y también es el momento en que la “Tercera Ola” y el pop punk terminan mezclándose, para generar esa oleada de bandas alternativas que brilló en Mtv. My Chemical Romance, Fall Out Boy y Paramore se vieron fuertemente influenciadas por este proceso de transformación, generando música inspirada en ciertos aspectos del sonido emo pero que finalmente puede ser etiquetada como pop punk, dado el sentido comercial y las temáticas adolescentes.

Desde el 2010 en adelante se ha vivido un revival del emo, considerado como la “Cuarta Ola”. Y aquí es donde es interesante referirnos a este movimiento por medio de una reflexión. Si algo caracterizó al emo fue su fuerte sentido independiente y autogestionado y su conexión con el público (tocando en lugares pequeños, con tarimas como escenario o simplemente en el suelo, junto a los fans), aspecto del que el pop punk carece, mucho más ligado a festivales grandes y multinacionales. De ahí que la “Cuarta Ola”, que si bien tiene un sonido noventero pero heterodoxo, responda a los lineamientos generales que formaron la identidad del emo desde el under. En internet se debate mucho entre los fans la existencia de un “real emo” y un “fake emo”, pero, para mi, este dilema se soluciona fijándonos en dos aspectos: la presencia de la estructura básica del sonido, sin importar la fusión (como vemos en algunas bandas que juegan con el post rock, el post hardcore, el shoegaze, el jazz, el ambient, etc.) y el espíritu de autogestión e independencia.

10 discos fundamentales:

Rites of Spring – Rites of Spring (1985)
Embrace – Embrace (1986)
Sunny Day  Real State – Diary (1994)
Orchid – Chaos Is Me (1998)
Mineral – EnSerenading (1998)
Cap’n Jazz – Analphabetapolothogy (1998)
The Get Up Kids – Something To Write Home About (1999)
Saetia – A Retrospective (2001)
La Dispute – Somewhere at the Bottom of the River Between Vega and Altair (2008)
The World Is a Beautiful Place & I Am Not Afraid To Die – Harmlessness (2015)

 

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