A 20 años de “In the Aeroplane Over the Sea”: el fantasma está en todas partes

Dos décadas luego de su lanzamiento, un 10 de febrero de 1998, no parece arriesgado usar la palabra “clásico” para definir a “In the Aeroplane Over the Sea”. El disco es una de las cumbres del indie, estableció la base sonora desde donde emergieron proyectos como Arcade Fire, Beirut, The Decemberists y Bon Iver, y es un meme que nunca ha explotado pero se ha mantenido vivo por años (usuarios de 4chan han hecho covers comunitarios y listening parties en línea, por ejemplo).

Su temática lidia con traumas, muerte, sexo y Ana Frank, y sus canciones -bañadas en una cálida saturación- se funden unas en otras y exigen ser escuchadas con atención, consecutivamente y a todo volumen. Oírlo es una suerte de ritual.

Las letras son abiertas, compuestas de viñetas que se van cruzando para dibujar varias ideas -o, mejor, sensaciones- macro, y la música suena atemporal, tomando tintes esotéricos al integrar elementos como la sierra musical, la gaita irlandesa y un bizarro corno MIDI de Casio.

Esta improbable amalgama sonora tiene su origen en Roston (Louisiana), un desierto cultural entre Memphis y Nueva Orleans que obligó a Jeff Mangum (compositor, voz), Robert Schneider (productor) y su grupo de amigos a refugiarse en la especulación creativa de hacer casets con sonidos experimentales, así como en una competitiva búsqueda por los discos más raros que las tiendas de antigüedades locales pudieran esconder. Ya en los 90, la pandilla derivó en el colectivo Elephant 6, desde donde nacían, morían y resucitaban varios proyectos de curiosos nombres (Olivia Tremor Control, The Apples in Stereo, Synthetic Flying Machine).

Entre ellos, Mangum creó Neutral Milk Hotel para darle techo a sus canciones menos experimentales y, algunos demos y EP más tarde, grabó junto a Schneider “On Avery Island” (1996). Luego de reunir el suficiente personal para iniciar una gira de promoción del disco, los ensayos comenzaron en la casa de la abuela del multi intrumentista Julian Koster, en Nueva York. En ese lugar, Mangum comenzó a componer las canciones de “Aeroplane”, que después desarrolló en un departamento en Athens (Georgia), y finalmente registraron como banda en Pet Sounds, una tienda convertida en casa y estudio de grabación.

Con los micrófonos muy cerca, los amplificadores saturados y una compresión exagerada, la grabación en cinta logró ese fuzz en cada track que resalta la energía de la performance.

Canciones como “The Fool” (un soundtrack compuesto previamente por el trompetista Scott Spillane para un corto) fueron grabadas íntegramente en vivo. Mangum grabó voz y guitarra de la sentida “Oh Comely” en una sola toma, que realmente estaba pensada como una prueba de colocación de micrófonos. Sería el mismo Spillane quien grita “holy shit!” al final del tema, sorprendido por el poder de la interpretación del cantante.

Esa canción resume bastante bien los temas del disco: cojeras emocionales fruto de traumas de niñez, nervioso sexo adolescente y aceptación de la inescapable muerte. Es una canción sobre Ana Frank, su muerte (la sección “Goldaline”, si bien es un extracto de una canción desechada, puede leerse como una conversación entre Ana y su hermana Margot, con quién murió en Bergen-Belsen), y la angustia por no poder viajar en el tiempo para salvarla. Pero también habla sobre las conductas tóxicas de un padre que son replicadas por un hijo que nunca aprendió a conectar emocionalmente con nadie.

Las escenas que Mangum describe en el disco son tan grotescas como peculiares (canibalismo entre zanahorias, un chico de dos cabezas en un frasco de formaldehído que se enamora de su cuidadora), y por lo mismo transmiten una sensibilidad con la que simplemente se conecta o no.

Todas las letras (que Mangum trabajó sin escribirlas, sino cantándolas una y otra vez hasta que cada palabra encontrara su lugar) están permeadas por la impresión que le dejó descubrir el diario de Ana Frank. Mangum tenía más de 25 años cuando lo leyó por primera vez, y se obsesionó con él: lo llevaba a todas partes, e incluso –según cuenta el interesante libro de Kim Cooper sobre el disco- una vez en San Francisco se encontró con una niña tan igual a Ana Frank que pensó que se trataba de una aparición.

“In the Aeroplane Over the Sea” es un disco íntimo y personal que logró conectar con millones y tuvo mucho más éxito comercial del que todos –incluso Merge Records– esperaban. Esto impactó a Mangum de dos formas: no supo cómo lidiar con el acoso de los fans y la prensa, y tampoco quería soportar la presión de tener que ponerse a trabajar en un disco igual o mejor que el que ya había sacado. Así fue como, desde el primer día de 1999, decidió desaparecer de lo público y dejar en hiato el proyecto Neutral Milk Hotel, lo que sólo aumentó la mística a su alrededor.

Así es como, luego de un breve tour con los miembros originales detrás de “Aeroplane” en 2013, Mangum no se ha mostrado mucho más. Es como si, al pararse y salir del estudio al final de “Two Headed Boy Pt. 2”, hubiera predicho su ausencia actual. Pero sus canciones, igual que los amores y las personas, no se han ido: viven en quienes ha  inspirado, y su ánima aparece cada vez que las cantamos.

Total
0
Shares
Previous Post

Afoicuré: Maleficio para levantar el ánimo

Next Post

El ex líder de Duncan Dhu, Mikel Erentxun, debuta en Chile con show en el Subterráneo