Harry Potter, el niño que siempre vivió

“El señor y la señora Dursley, del número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran perfectamente normales y muy agradecidos por ello. Eran las últimas personas que uno esperaría encontrar involucradas en algo extraño o misterioso, porque no aceptaban esas tonterías.”

Así comenzaba una historia escrita en los fríos cafés de Edimburgo, mientras J. K. Rowling intentaba balancear una vida que consideraba un fracaso: después de vivir un tiempo en Portugal, país que la dejó con un matrimonio fallido en un par de meses y una pequeña hija a la que decidió criar sola, volvió a su país natal a vivir cerca de su hermana y a sobrevivir en la que fue la peor de sus épocas.

Pero fueron la oscuridad y las pocas esperanzas de aquellos malos tiempos los que sirvieron como catalizadores en la vida de Rowling para crear una de las historias más exitosas de la historia literaria (y luego cinematográfica): la de Harry Potter, el niño mago con un fuerte legado al que hacerle justicia. Un huérfano víctima del bullying de su matonesco primo, que tras años de ser criado como una sobra en la familia de sus tíos, a los 11 años se entera que es mago y todo su mundo cobra un nuevo sentido.

La saga y el extenso universo mágico de Harry Potter se convirtieron en un fenómeno mundial, uno que seguramente J. K. Rowling jamás pensó tener en el poder de sus manos y la pluma que dejó correr.

La historia tiene mucho de otras, tomando prestados elementos de toda la mitología británica, además de notarse las influencias de Dickens, Lewis y Austen en la forma en que Rowling llegó a construir un mundo que va mucho más allá de los siete libros publicados. Porque la autora británica tiene respuesta para todo y cada cierto tiempo retribuye a sus fans con nuevos datos de su propio universo, uno que sólo ella sabe hasta dónde llega y del que jamás conoceremos su totalidad, pero aún así, esperamos por saber más.

En un mundo lleno de nuevas sagas literarias llevadas al cine, la de Harry Potter alcanzó un status de fenómeno, posicionándose como una de las más exitosas y dejando que las cifras hablaran por sí solas. Según la Revista Forbes, el nombre del niño mago como marca está valorada en 15.000 millones de dólares, dejando a J. K. Rowling como una de las escritoras más ricas, además de ser la primera persona del mundo que llega a ganar mil millones de dólares dedicándose a escribir.

Los más de 450 millones de copias vendidas entre los 7 libros de la saga, traducidos en 77 idiomas y publicados en más de 200 países, se convierten en un testimonio de la influencia que ha tenido Harry Potter en sus 20 años de existencia.

Desde la publicación de “Harry Potter y la piedra filosofal” el 26 de junio de 1997, no tan sólo cambió la vida de J. K. Rowling al encontrar ese éxito que tan esquivo le fue durante sus primeros años de adultez, sino la vida de millones de niños que se convirtieron en fieles fanáticos, los mismos que durante años compraron cada nuevo libro y llenaron las salas de cine en cada nuevo estreno de las ocho películas, esperando ver como los efectos de su imaginación que voló al correr de cada página, se verían en la pantalla grande.

Porque mientras Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger crecían cada nuevo año mientras caminaban por los pasillos y jardines de Hogwarts, uno también lo hacía con ellos. Se convirtieron en personajes capaces de acompañarte y demostrarte que no porque la edad sea poca, la vida va a ser necesariamente sencilla. Que las lecciones de Dumbledore por muy clichés y empalagosas que fueran, no dejan de ser ciertas cuando el mundo se llena de violencia y, a lo The Beatles, es el amor todo lo que se necesita, especialmente cuando se trata de poner las vidas de los protagonistas en riesgo para salvar las de muchos más. Un amor capaz de convertir a un grupo de amigos en una verdadera familia, esa que la muerte supo negarle a Harry al momento de perder a sus padres.

Y aunque muchas veces se bromea con que J. K. Rowling no ha dejado de “robar” con la historia de Harry Potter (que lleva diez años de terminada en el papel y seis en la pantalla), ciertamente supo cómo crear una audiencia fiel. Los mismos pequeños que juntaban los pocos ahorros que te permitía la niñez para comprar un libro o una entrada al cine, hoy son los adultos capaces de costearse por sus propios medios las novedades que Rowling tenga y quiera entregar. Un guion de obra de teatro convertido en libro o ese spin off cinematográfico que creías innecesario, hasta que caíste nuevamente rendido a los pies de la magia.

“Harry Potter y la piedra filosofal” abrió un mundo nuevo, digno de la ingenuidad de los 11 años y que puede leerse con las mismas ganas a cualquier edad, pues la esencia inocente se mantiene y se revive. Porque quieras o no, sigues esperando que una de esas cartas que inundó el número 4 de Privet Drive sea tuya.

¿Después de todo este tiempo? Siempre.

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