“Hace un tiempo que le perdí la pista”, me dice un amigo mientras voy camino a ver a Cristóbal Briceño en la Sala Metrónomo. Es una frase fácil de oír, incluso entre quienes fueron a verlo el pasado sábado.
Puede ser complejo seguirle la pista, con la gran cantidad de material que entrega cada año. En paralelo a sus proyectos más visibles en redes y radios, como Ases Falsos y Fother Muckers, Briceño ha consolidado una carrera solista que esconde varios éxitos subterráneos, cada vez con mayor peso.
En su caso, ser solista no significa estar solo con una guitarra ni rodearse de cables para armar una canción: sus creaciones se potencian con el Grupo Crisis, un combo de músicos ágiles y talentosos que forman parte de una familia consolidada con los años, incluyendo a dos ex Ases Falsos (Francisco Rojas y Daniel de la Fuente), dos músicos inquietos y amigos de larga data (Pablo Celis y Diego Peralta), y un nuevo vecino del barrio: el saxofonista Misael Urra, de Manifiesto Ska Jazz.
Han pasado pocos meses desde la última vez que este grupo estuvo en Metrónomo, pero cada mes suma más vida a un repertorio que hace que el “Briceño solista” brille con luz propia. Su puesta en escena es sólida (las visuales de Violeta Alanoca estaban increíbles), el sonido robusto, forjado a punta de ensayos, y los temas adquieren un nuevo carácter en vivo, como “Ella me dijo”, “La cabaña” y la nueva “Abigaíl”, un prometedor hit futuro.
Junto con un repaso de El Afuerino, su último álbum hasta la fecha, las sorpresas pasaron por un par de “rescates”, como “Una noche conmigo” y “Niña hombre mujer”, además del aporte vocal de Saskya Campos (vocalista de Fonosida), invitada para dar luz a la recordada “Me cargaste” y el amoroso cover de “Me enamoro de ti” (de los italianos Ricchi e Poveri).
Como es natural, para el cierre quedaron los grandes hits: “No tendré poder (pero tengo energía)”, “El malo”, “El que perdona murió en la cruz” y “La mañana”, celebrados por la fanaticada con la misma pasión que en las tocatas de Fother Muckers.
Es posible estar algo desconectado del presente de Cristóbal Briceño. Pero, como bien escribió él, en una noche de insomnio, vaya que sabe armar una fiesta… en cualquier lugar, con un repertorio y una banda que no dejan espacio a la duda.