Por Diego Mora
Cuando uno habla de musica que traspasa generaciones, uno suele imaginarse a artistas que suelen sonar en las radios a lo largo de los años o que fueron inculcadas por los padres a sus hijos. El Cuarteto de Nos rompe esa brecha de manera diferente. Apostó a sonidos y sobretodo a letras que son recibidas por una juventud que necesitaba demostrar su sentir más personal.
Esto se reflejó en un Movistar Arena lleno y que derrochaba energía. Con niños y niñas, como también con adultos que siguen a esta banda desde sus inicios.
Antes de todo, Estoy Bien hizo la previa. La banda chilena con sus particulares visuales, con alusiones a la cultura pop nacional o con memes de TikTok, logró conectar de una manera especial con los asistentes. Su sonido con más graves que agudos logró llamar la atención y generó momentos que pocas veces se dan con las bandas que telonean. El momento de las linternas de celular mientras sonaba “Vuelves” demostraban que era un día diferente. Una noche única. No solo para el Cuarteto, si no que también para los chilenos.

Desde la previa se sentía ese sabor de show distinto. De concierto especial. Y claro, su crecimiento en Chile fue lento pero seguro. Su último paso había sido en Concepción el 2024 y anteriormente habían pasado por el Teatro Caupolicán. Pero como dijimos, lo que ocurriría este sábado 7 de junio era un hito. Un Sold out en el recinto más importante de nuestro país. Y no solo eso, los uruguayos tan seguros de esta conexión que venían formando a lo largo del tiempo, decidieron iniciar la gira de su nuevo disco “Puertas”.
Cara de Nada dio inicio al show.y de inmediato el público estalló. En el coro los más de 13 mil espectadores cantaron con todas sus fuerzas y así también lo demostraron los miembros de la banda. Pero Roberto Musso lo demostró cuando comenzó a sonar el primer Riff de El Hijo de Hernandez. La gente, sobre todo jóvenes, siguieron con todas sus fuerzas su particular letra.

Continuaron con otros hits como Lo Malo de Ser Bueno o Algo Mejor Que Hacer, hasta que presentaron En el Cuarto de Nico, una de las que forma parte de su reciente disco. Grandes y chicos ya le habían dado vueltas tras su estreno, por lo que no fue impedimento para acompañar al cuarteto.
La gente bailaba o sacudía sus gorros, bufandas, poleras y polerones, dependiendo de la vibra de la canción y su temperatura corporal. Pero lo que más se notó fue aquel lazo difícil de construir. Esa unión desde tribuna hasta cancha vip, todos conectados con Roberto. Con sus frases, con su forma “medio rara” de andar, con su capacidad de hablar y exponer diferentes temáticas de “adapatarse a la sociedad” que afectan a adultos y menores, todos y todas estaban en una misma sinergia.

Cuando comenzó a sonar Invierno del 92, entendíamos que al show le quedaba poco. Así lo hizo saber Musso, que comenzó a despedirse agradeciendo a todos los presentes, sobretodo por la entrega durante casi dos horas. A pesar de eso, y gracias a la petición del público, regresaron para tocar Miguel Gritar y Yendo a la casa de Damián, cerrando definitivamente una noche mágica.
Y es que eso fue. Una jornada única. Un día especial. Se consolidaban como una de las bandas latinoamericanas más fuertes del momento, pero aun más importante, eran reconocidos como uno de los grupos sudamericanos más queridos en nuestro país. Desde una niña de 12 años que conoció a la banda por TikTok, como al hombre que la conoció desde Canciones del Corazón (1991) o la mujer que gracias al internet pudo escuchar Raro (2006). Todo esto se unió, convergió y generó un espectáculo lleno de vida. Puede que costó casi cuarenta años llegar a este lleno en Chile, pero celebrar aquella carrera y lo que se viene, eso no costó nada.
