Pese a ser una historia fascinante y llena de curiosidades, el camino de Los Jaivas sólo ha sido retratado de forma efectiva en un par de títulos hasta ahora, destacándose el primer texto sobre ellos, escrito por Freddy Stock (La vida mágica de Los Jaivas). Y aunque la trayectoria ha sido contada de varias formas, hasta ahora faltaba un trabajo que profundizara en la vida de su líder y figura fundamental del legendario grupo chileno, Eduardo “Gato” Alquinta.
Siguiendo una ruta similar a la de su anterior trabajo sobre Gladys Marín, el periodista Richard Sandoval buscó la forma de dar a conocer una mirada distinta sobre el autor de “Mira niñita”.
Los Ojos del Gato (Penguin Random House, 2024) persigue esta misión, logrando dar con un perfil distinto y desconocido del músico, retratando la esencia de su personalidad a través de los testimonios de quienes lo conocieron y lo que el propio Alquinta dejó a lo largo de su vida (que no son tantos como podría ser, debido a que no era un tipo que se dejaba mostrar mucho a los medios).
Esa persecución de las raíces del Gato es parte del encanto de esta publicación. Los pasos de la voz de Los Jaivas por Salamanca, Valparaíso, Coquimbo, Zárate o París se cuentan esta vez desde el plano íntimo, en la particular forma de ver la vida que tenía el artista y que Sandoval explora con una mirada distinta, donde la música es parte del entorno pero no lo principal en muchas ocasiones.
En poco más de 200 páginas, los lectores se encontrarán con un texto atrapante, que intenta descifrar quién fue Eduardo Alquinta a través de sus pasiones, sus amores, sus amistades, su tozudez al momento de encarar proyectos, su relación familiar y sus años de estudiante, hasta el difícil proceso de tener que seguir en la ruta con su banda lejos de su amada América Latina, llegando hasta su peak artístico en los días en que Los Jaivas crearon Alturas de Machu Picchu.
La existencia de este libro sólo abre más puertas y ganas de saber más sobre las distintas etapas de la historia de esta legendaria agrupación porteña, que siempre ha tenido la resurrección como máxima principal para seguir presente en el mundo.