“Uno debe querer a quien conduce. Por eso hay que incluir al que no protagoniza y entender que los rebeldes no nos desafían, sino que simplemente están informándonos. Lo que no podemos permitir es que dejen de luchar. El desborde, el desorden, lo que pase está admitido. Los choques, los bailes. Lo que no está permitido es que dejen de luchar. Si luchan por el objetivo de todos, merecen estar.”
“Para mí, el éxito no se trata de ganar o perder. Es ayudar a estos chicos a ser mejores versiones de sí mismos dentro y fuera del campo”.
La primera frase pertenece a Marcelo Bielsa; la segunda, a Ted Lasso.
Para potenciar su plataforma de producciones audiovisuales por streaming, Apple TV rescató a este último, nacido de un sketch promocional de la NBC en 2014. En ese entonces, Ted Lasso, un entrenador estadounidense de fútbol americano amateur se hacía cargo del Tottenham, uno de los equipos top de la Premier League. Para esta versión, el personaje encarnado por Jason Sudeikis, toma las riendas del AFC Richmond, un club de la misma competición inglesa.
La producción no solo se basa en fútbol. De hecho, se ven pocos goles y amagues a lo largo de los diez capítulos. Nos adentramos en el proceso que vive Ted acostumbrándose a la vida en Inglaterra. Pero también son los propios jugadores, directivos e hinchas de Richmond quienes deben acoplarse a su estilo y forma de ver la vida.
En una época en donde pareciera que le tomamos mayor cariño a los antagonistas o villanos de las historias (Joker, Loki, Cruella), la serie se arriesga en entregar a un bonachón de tomo y lomo. Sin dejar de lado que su construcción va más allá de la bondad pura. Hay conflicto, dudas desde sus propias acciones y pensamientos que deberá resolver. Es una suerte de Golden Retriever dentro del cuerpo de un doble de Ned Flanders (con acento sureño) que, de fútbol, sabe bastante poco.
Y esta ignorancia, junto a su optimismo desbordante, no cuaja del todo bien en un pueblo que vive de su equipo y sus resultados domingo a domingo. Sin embargo, la posición en la tabla pasa a un segundo plano. Hay una cercanía que escapa los noventa minutos. Tal como sucedió con Marcelo Bielsa en Chile, en Marsella, en Bilbao, en Leeds.
En esos lugares el rosarino comandó una revolución, en lo futbolístico y en lo humano. Una bandera gigante fue el regalo que recibió en uno de sus últimos partidos con la selección nacional, una multitud lo esperó fuera de su casa tras el ascenso del conjunto inglés hace un año. El bielsismo deja algo más que logros o trofeos. Propone una concepción sobre el compromiso, el aprendizaje y, sobre todo, el éxito y el fracaso, que supera las barreras del fútbol. Hay un énfasis en la nobleza de los recursos utilizados, dentro y fuera de la cancha.
Justamente la serie refleja esa idea. En días de incertidumbre, producciones que generen cierta sensación de optimismo y esperanza se hacen necesarias. Por esto que Ted Lasso logra conectar, y porque sus personajes pasan por cambios y energías los motivan a crecer o redmirise, o al menos a intentarlo. Notables son las actuaciones de Hannah Waddingham como Rebecca, la nueva dueña del club, o Nick Mohammed que encarna a Nate, el entrañable utilero que se roba la atención en varios pasajes.
Y no nos quedamos en comentarios al aire. La serie recibió un total de veinte nominaciones a los premios Emmy de este año, incluyendo la categoría de Mejor Actor. Además, la producción rompió el récord de nominaciones a una serie de comedia, superando a Glee (19).
En esta segunda temporada, a estrenarse este viernes 23 de julio, Ted Lasso volverá a enfrentar nuevos y emocionantes desafíos con Richmond. Tal como Marcelo Bielsa en sus periplos por Chile y en Leeds, no podrá hacerlo solo. Necesitará de sus jugadores, la directiva, la ciudad, de él mismo. Inspirado o no en la vida del técnico rosarino, el bigotudo estratega seguramente rescatará otro de los fundamentos del Bielsismo: “no me quieran porque gané, necesito que me quieras para ganar”.
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