Las dudas estaban a la vuelta de la esquina. Confirmados en marzo y anunciada como una de las fechas del año, las reventas y promociones de última hora provocaban poca certeza frente a un éxito profetizado por el hype y los medios. Si a eso se suma la poca llegada de su regular última placa, “Simulation Theory” (2018), la cuarta venida de Muse a Chile tenía mucho para perder. Y finalmente, no fue así. Hasta las 21:15, todo apuntaba a que sería un show más dentro de la abultada cartelera local. Dos horas más tarde, nadie volvería a afirmar lo mismo.
Con un escenario al estilo festivalero, de baja altura y de pantallas minúsculas, el recinto albergó primero a Kaiser Chiefs. Los británicos habían estado cuatro veces antes en el país y solo una en solitario. Nunca su setlist superó las quince canciones y esta vez no sería la ocasión para romper con eso. En una situación para lamentar, el grupo de Ricky Wilson roza la decadencia siendo una banda completamente decente. Ese éxito trancado en los 2000 hace cuestionar si su actitud de quermés colegial es producto de aquello, o del hecho de estar teloneando, una vez más, por estos lados del mundo.
Entrados en calor y sin puntualidad británica, Muse se abre paso con toda la pirotecnia a la parrilla. Como si fuera una fiesta de tal calaña, un zorrón Matt Bellamy coquetea desde un principio con “Algorithm” y “Pressure”, sacadas de su último disco que abusa de la cultura pop ochentera. El “efecto U2 – Coldplay” se hace notar y vemos a un trío de cuarentones que deslumbra todos los colores posibles. El sonido roza el playback y al momento de expresarse, la búsqueda de masividad y juventud se les sale por los poros. El fanático prende, y fácil, pero aún queda noche para ganarse bien la vida.
“No nos obligarán. Dejarán de degradarnos. Ellos no nos controlarán y seremos victoriosos”, canta “Uprising”, ese hit instantáneo que cumplió diez años este 2019. Quinto tema del setlist y es en ese momento preciso que los británicos logran el pan para la mañana siguiente. Lo que suena es una maquinaria pura, de izquierda a derecha, con el bajo de Chris Wolstenholme y la batería de Dominic Howard activando el control remoto de una masa que esperaba esto mismo. Ellos los dominan y aquí tienen al público en la palma de la mano.
Quitarle méritos a piezas de las placas posteriores a “The Resistance” (2009) es profanación. Pero también es cierto que “The 2nd Law” (2012), “Drones” (2015) y el disco que los convoca carecen de elementos que, a diferencia de sus álbumes anteriores, aviven su leyenda. Muse entonces apuesta con todo a la ópera rock en vivo, con esos aires intelectualoides que marcan las temáticas rebuscadas a las que les cantan.
Hay bailarines con luces hasta en la parte más minúscula del cuerpo. Hay trajes robóticos tácticos. Sables láser, consolas arcade. Y al final, un personaje inflable, mitad robot, mitad zombie, que ocupa todo el escenario. Y Bellamy ahí, sin ánimos de estar jalado o tapado en energéticas, se mueve por la pasarela. Le canta a las cámaras, aparece y desaparece con sus compañeros. Pero todo es una operación calculada hasta el más mínimo detalle. Tanto, que no hay improvisación ni interacción fraternal con sus compañeros. Cada uno hace su trabajo, de ciudad a ciudad. Y entre tanta ciencia ficción, quizás algo humano es necesario.
Puntos altos de lo nuevo son “The Dark Side” y “Thought Contagion” que, en medio de clásicos abismantes como “Plug In Baby”, “Supermassive Black Hole” e “Hysteria”, pasan colados de una manera sorprendente. Es entonces que Howard saluda y le hace decidir al público qué tema tocar. Las opciones son “Showbiz” y “Bliss”, dos piezas de sus primeros dos discos. Misma interrogante hicieron en México, Brasil y Argentina, y que, quizás, repitan en Perú. Ninguna ha sonado antes en Santiago, pero en una viveza nacional, la escogida es la segunda. En todas las otras fechas el público eligió la otra.
Repleto de hits y un medley, el último bloque catapulta todo. Es el término de una ecuación que resulta favorable. Entre la ambiguedad de la maquinaria humana y sin alma, Muse se adueña de una épica impresionante y da vuelta todo pronóstico. Cautivantes, los británicos saben callar bocas y revertir la situación. Lo que proponen en escena define por completo la palabra “espectáculo”. Golpea duro a base de riffs y falsetes, y satisface. Finalmente, ellos nos controlan y son la nave nodriza que maneja, por dos horas, esta película de ciencia ficción.
Setlist
- Algorithm
- Pressure
- Psycho
- Break It to Me
- Uprising
- Propaganda
- Plug In Baby
- Pray (High Valyrian) (Canción de Matt Bellamy)
- The Dark Side
- Supermassive Black Hole
- Thought Contagion
- Interlude
- Hysteria
- Bliss
- The 2nd Law: Unsustainable
- Dig Down
- Madness
- Mercy
- Time Is Running Out
- Prelude
- Starlight
- Algorithm
- Stockholm Syndrome / Assassin / Reapers / The Handler / New Born
- Knights of Cydonia
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