La honestidad de Taylor Swift en “Lover”

Tuvieron que pasar dos años para que Taylor Swift volviera a las pistas. Su último disco, “reputation” (2017), la catapultó como la artista gringa del momento: llegó al número uno en las listas más importantes del mundo y tuvo la gira más millonaria de la historia en Estados Unidos; solo algunos de los hitos más importantes.

Es por esto que lo nuevo de la oriunda de Pensilvania causaba gran expectativa. Sin embargo, las emociones fueron disminuyendo con el lanzamiento de los primeros singles. “ME!” y “You Need To Calm Down” fueron los primeros apuntes para lo que sería “Lover” (2019), ambas canciones poco alentadoras y muy distintas a lo que se espera de Swift. Por su parte, “The Archer” fue la distinta.

En este séptimo trabajo, compuesto por 18 canciones, Swift presenta una mezcla de sus quince años de trayectoria, conjugando los acordes de “Fearless” (2008) con el synthpop de “reputation” (2017), dándole ese toque dulce de esta nueva era. La dualidad más explícita se da con “Paper Rings“, donde reencarna sus raíces del country, y “The Man”, donde expone su renovada imagen y la adorna con letras atingentes a la sociedad actual; acaso la canción más potente del disco junto a “Cruel Summer”. 

Sin embargo, no todas entran en esta categoría, y justamente son los puntos mas bajos del compilado: “It’s Nice To Have a Friend” y “Daylight” podrían quedar fuera y no marcaría gran diferencia en el producto final.

A pesar de caracterizarse por siempre ser explícita en las líricas de sus antiguos trabajos, aquí lo es mucho más. Busca amortizar sus errores y realzarse de nuevo; recuperar la imagen perdida. Pero, al mismo tiempo, se abre en otros temas: “You’ll Be Better” es la canción más personal del álbum, donde explora los males del cáncer, mientras que en “False God”, hace lo suyo con la pasión.

Deja de lado su inquietud por la privacidad para mostrar abiertamente su vida amorosa: “London Boy” tiene claras referencias a su relación con el actor londinense Joe Alwyn, dejándolas aún más en evidencia en la balada “Cornelia Street”, canción que lleva el nombre de la calle donde la pareja vivió un tiempo.

Lleno de referencias a sus antiguos álbumes, Taylor logra crear el relato de un disco dedicado al amor: honesto, cambiante y dulce. De la mano de su amigo Jack Antonoff y la colaboración de los productores del momento, Louis Bell y Frank Dukes, e incluso la mismísima St. Vincent, logra traer de vuelta el electropop de los 90’s; el “dreamy guitary throwback” como alguna vez ella misma lo definió.

“Lover” es para nada revolucionario, pero sí distinto. Evidencia una Taylor Swift renovada, que va y viene, radiante, redimida y, por sobre todo, flechada.

Escucha “Lover” aquí:

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