Tras cuatro años de espera, Wes Anderson por fin estrenó su noveno largometraje, ‘Isle of dogs’ (2018); el sucesor oficial de ‘Hotel Budapest’ (2014)
La película animada toca un tema transversal, camuflado en una estética que parece infantil e inocente, tal como es la relación humano-perro. Sin embargo, se dirige a un público ilimitado: sin rango etario establecido y abierto a quien desea verla (más allá si es un seguidor de Anderson o no).
La historia se desarrolla en una ciudad de Japón afligida por la propagación de la gripe canina, que lleva a que su alcalde dictatorial exilie a todos los perros a una isla de basura. Las voces de los personajes son interpretadas por actores como Bill Murray, Tilda Swinton, Greta Gerwig, Scarlett Johansson, e incluso la mismísima Yoko Ono.
La codependencia entre el mundo canino y el humano es esencial, los perros necesitan a alguien que los cuide y los acaricie, las personas necesitan un perro que les de compañía. Se insinúa también el valor que tienen los jóvenes al ser impulsores de cambios en una sociedad donde el poder reside en un grupo acotado y no en la mayoría. No hay que dejarse engañar por el hecho de que sea una película animada, la verdad es que está llena de significados que le entregan un carácter reflexivo.
Es imposible hablar de Anderson sin mencionar su inigualable estética. La película repite la técnica de ‘Fantastic Mr. Fox’: el stop-motion. Cada humano y cada perro están diseñados cuidadosamente, se ensamblan en planos pulcros y simétricos expresados en una paleta de colores cálidos que nos sitúa perfectamente en Japón. La narrativa se centra en lo visual, pero el uso de distintos idiomas (inglés, japonés y canino) hacen que las escenas sean incluso más ricas y especiales, fomentando la imagen de Wes como un bicho raro en Hollywood.
Wes Anderson nunca decepciona. Es realmente imposible ver una de sus películas y arrepentirse. Hay que verla. Actualmente se encuentra disponible en la gran mayoría de los cines, tanto comerciales como independientes.