“De Repente” es el primer largometraje del director nacional Cristóbal Olivares, quien ya había trabajado en el documental de Matorral “Estamos bien” de 2009. Cuenta la historia de cuatro amigas que van a una fiesta en la cual Cami, la protagonista, quiere conquistar a Feña, el vocalista de la banda “Los Héroes”. Además, pide a su tío que registre toda la noche con su cámara, a través de la cual podemos ver como se desarrollan los hechos de la película.
Aunque tiene un comienzo algo prometedor, con un par de bromas burdas pero que funcionan, el formato cámara en mano no ayuda y las situaciones simplemente nunca terminan de moldear personajes interesantes, ni mucho menos crear un conflicto con el cual el espectador se pueda comprometer emocionalmente.
En aspectos técnicos, el uso de la cámara en mano y una edición muy rápida y protagonista no ayuda al ritmo más bien lacónico de una película que tiene serios problemas al momento de definirse: algunos momentos recuerdan a bromas dignas de películas del Rumpy, mientras que no se puede evitar tener la sensación de estar viendo una fallida versión de “Proyecto X” adaptada al público chileno. 45 minutos dentro de la película, aún ni siquiera había fiesta.
La promoción de la cinta se ha basado fuertemente en que hay apariciones de muchos músicos nacionales (especialmente Claudio Narea), y que la banda sonora está compuesta totalmente por canciones de artistas como Keko Yoma, Matorral o Daniela Aleuy, pero todo esto no es más que una característica que no logra dar sustento a una película sin médula.
Su director dijo sobre “De Repente” que “pretende relatar la neurosis humana, la lucha contra uno mismo. Camila tiene el gran desafío de derrotar sus inseguridades y trancas”. Sin embargo, dicha lucha nunca se ve en pantalla, el desenlace del conflicto es tanto previsible como poco interesante, y durante los poco más de 90 minutos de la película no hay un hilo conductor necesario para la road/party movie que intenta ser.
Hay cierto potencial en “De Repente”, y ciertamente la idea no es mala, pero no hay en esta película muchos motivos para ir a verla al Cine Arte Alameda (donde, además, el sonido no ayuda a los mal desarrollados diálogos), menos mientras hay otras buenas cintas nacionales en cartelera.