Visión 2 | Pedropiedra – “Ocho” (2016): revisitando los ochenta

Resulta llamativo pensar que “Ocho” es recién el cuarto disco de Pedropiedra. Es un artista que ha trascendido esta generación, y hoy hasta mi papá es capaz de reconocerlo (y dudo que pueda nombrar otros tres artistas chilenos después de Los Prisioneros). Lo cierto es que Pedropiedra se ha codeado con tanto buen músico y se ha impregnado de tantos ritmos y estilos distintos, que el resultado no puede ser otro que una amalgama de todo lo que lo ha inspirado musicalmente (que no es poco).

“Ocho” es un disco que homenajea, a la vez que reinventa, muchos elementos de hace tres décadas, del synthpop anglo y del rock latino de los 80. Moviéndose desde el funk de “Todos los días” al synth de “Era tu vida”, pasando por la cumbia villera en “Rayito/Olita” y la esencia más puramente latinoamericana de “La Balada de J. González”, “Ocho” tiene de todo. Sin miramientos, pero sin llegar a caer en el reciclaje, Pedropiedra incorpora a su particular sonido propio recursos de bandas como Soda Stereo, Pet Shop Boys, OMD y, cómo no, Jorge González.

La instrumentalización y producción del disco, a cargo de Felipe Castro y el mismo Pedro Subercaseaux, son de lo mejor que he visto por estos lados. Cada vez que el álbum parece quedarse corto en recursos, alguna nueva idea aparece con un nuevo timbre (bronces, synths, acordeones, quenas, silbidos, percusiones, de todo). “Ocho” es un disco variopinto y profundamente inspirado, que parte fiestero y luego se mueve hacia lo más introspectivo con naturalidad.

Los problemas para Pedropiedra son los mismos de siempre: así como muestra un talento innato para encontrar nuevos recursos y hacer de cada pieza una obra en la que uno puede hundirse y explorar durante varias pasadas, líricamente el disco se siente tosco. Aunque Pedropiedra nunca se ha destacado por poseer una voz particularmente versátil, es cierto que en este disco logra sacar mucho provecho a su peculiar timbre, ya sea porque varía constantemente el estilo con que canta o por los varios filtros que añade en la producción. Sin embargo, aunque sigue mostrando su capacidad para encontrar inspiración en las cosas más cotidianas, las letras se sienten poco pulidas y a ratos hasta la métrica de los versos se siente fuera de lugar.

Sumando y restando, no hay duda de que “Ocho” es más que un digno sucesor del ya ambicioso “Emanuel”; es un salto de calidad que, en solo media hora, nos deja con muchas ganas de seguir escuchando a Pedropiedra. Es un disco donde rescata lo mejor de su repertorio y a la vez juega a incorporar nuevos elementos, saliendo siempre victorioso. Ojalá no tener que esperar otros tres años por 31 minutos de nueva música.

*Puedes revisar la “visión 1” a este disco, escrito por otro de los redactores de nuestro equipo.

 

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