Lagrimas, no. Emoción tal vez. Hay muchas sensaciones y todas se compartieron en tiempo real, como hace mucho tiempo no lo hacía a través de Twitter, el foro más entretenido para ir viendo como se siente algo nuevo. Pasa con los discos, con películas, y en especial, con transmisiones en directo que sugieren ideas que merecen ser expresadas.
La verdad, desde el principio encontré genial que se hiciera una serie basada en la historia de Los Prisioneros. ¿Cómo no me iba a gustar? Es mi banda favorita desde chico, y no soy de los que me gusta guardar mi fascinación en la oscuridad de mi pieza, sino que intento siempre compartirla siempre. ¿Es el sentido de la vida, no? Y con Los Prisioneros, vaya que he tenido buenas experiencias conociendo grandes personas por esa vía. De hecho, este sitio partió así, y la gente que escribe acá la conocí de la misma forma.
Esa magia de unir personas es lo más seguro que pueda suceder con este proyecto. Mañana, miles de niños llegarán a sus colegios comentando “¿Viste la serie? bacán esa parte cuando estaban escuchando vinilos“. Es algo grato de imaginar, a la vez que creo que es la primera vez en mucho tiempo en que veo que algo emitido por televisión puede transmitir algo que puede tener valor a la posteriedad. (Bueno, omitiré comentarios al respecto de Chipe Libre, que también puede resultar inspiradora).
La historia de Los Prisioneros siempre fue fascinante. Tuvo ribetes de novela partiendo desde su nacimiento en el agitado momento en que se formaron. Ya lo dijo González en una entrevista, cuando asumió que haber sido cantante de esa banda en el periodo militar fue como “Ser el Pollo Fuentes y Victor Jara en una sola persona”… y convertir eso a un registro audiovisual era algo que iba a pasar en cualquier momento. La línea dramática se ajusta muy bien a lo que una serie debe tener: esa magia que atrapa y te deja con ganas de ver una maratón en la misma. Y siguiendo con la idea del parrafo anterior… ¿qué importa que no haya veracidad en lo que se cuenta? La inspiración es lo que vale, y como toda historia con Rock de por medio, hay mentiras blancas que se cuelan.
Hay un refrán popular que lo aprendí por libro: “Entre la realidad y el mito, elige el mito” ¿Acaso Piedra Roja fue el Woodstock chileno más cool de la historia? ¿Acaso Woodstock fue tan bueno como se ve en la película, si dicen que la amplificación era como de colegio? ¿O la historia de John y Yoko fue tan apasionada y bella como rezan las canciones de Lennon?. Restringiéndonos a todo esto, Sudamerican Rockers recoge lo bueno que nos legaron Los Prisioneros en su historia, y con esa base, está entregando otro buen aporte a una generación que sólo conoce este tipo de historias vía Wikipedia y biografías muy mal relatadas a través de YouTube.
González, Tapia y Narea podrían respirar tranquilos en que no se está manchando su historia, aunque debe ser terriblemente incómodo ver a sus familias, “su vida” supuestamente representada con actores, y con rasgos muy estereotipados de lo que se sabe de ellos (Claudio, el que echaba para abajo las ideas de Jorge. Miguel, el que animaba a los demás. Jorge, el pensante y chispita al menor altercado). Pero hay que decir que los productores hicieron una buena jugada incluyendo detalles como los discos de The Beatles, Elvis Presley (con el audio original) y el cierre del capítulo uno con “Orgullo”, uno de los primeros demos de la banda.
En definitiva, la serie aporta. ¿Se siente el entusiasmo al escribir esto? No es para menos. No veía algún registro que tuviera relación con música desde “Fuera de Control”, “La Buhardilla” y “Estúpido Cupido” (No contemos “Violeta se fue a los cielos”, que fue sólo un alargue). Y como las nombradas no eran gran cosa, se puede agradecer la emisión de este programa. Y espero no equivocarme en que no faltarán los niños que pidan una guitarra de palo para su próximo cumpleaños.