Por: Patricio Pérez y Raúl Álvarez
Cuando en aquel domingo de resurrección, los Fother Muckers murieron y reencarnaron en forma de Ases Falsos, se apuntaban a que era una nueva forma de buscar nuevos horizontes, dentro de los cuales estaba el natural crecimiento que toda banda merece tener.
Claro, no podían decir decir que era una banda 100% nueva, ya que nacieron con una masa de personas que ya seguían cada uno de sus pasos sin tener un primer disco en la calle. Esa familia de fans fue creciendo paulatinamente, y ante los ojos de los menos precavidos, dieron el gran salto al conseguir 20 mil descargas en un día cuando se lanzó “Conducción”, su segundo disco, cuyo lanzamiento estuvo a la altura de las circunstancias, ante un repleto Teatro La Cúpula.
Cerca de 2 mil personas corearon gran parte del disco completo, además de unas cuantas revisiones de su anterior placa, la exitosa Juventud Americana. “¿Es mejor que el primero?”, preguntó Simón Sanchez ante una concurrencia que respondió con un nervioso “No”. Puede haber parecido lapidaria la opinión, pero estos mismos saltaron y corearon canciones como “Nada” y “Tora Bora” que no tienen mucho tiempo de existencia en el planeta. Por ende, el brazo se tuerce de a poco.
Con paradas obligadas como “2022” –despachada casi al comienzo del show para “salir del trámite”- y versiones calcadas al disco como la “Cae la cortina” y “Plácidamente”, nunca antes Briceño y compañía habían sonado tan pulcros como en esta noche. Nos resulta imposible no destacar el aporte de Franz Mesko en el saxo que logró hacer sonar aún más potentes las ya excelentes canciones del que se empina como uno de los discos del año.
Mención aparte para la interpretación de un clásico de los Fother “Los Ases Falsos” canción que, curiosamente, le dio nombre al actual proyecto. Aunque no estén para rendirle tributo a nadie y menos a su propio pasado, el público respondió efusivamente ante un tema que usualmente no está contemplado en sus shows ¡Qué va!, si Bernard Sumner puede hacerlo en New Order invocando a Joy Division Del Real, Sánchez y Briceño están facultados para revivir a una banda que murió joven…como Curtis.
Pudo haber sido la graduación de los Ases Falsos. Pero para eso aún falta. Es sólo el primer paso, considerable por cierto, pero se avecinan cosas más por delante. Y si hasta existieron productos no oficiales en las afueras del Teatro (como stickers, pulseras y gorros con el logo de la banda), un Caupolicanazo en un tiempo más no parece una locura ahora. Es el reconocimiento al oficio y la constancia de una banda que se ha mantenido fiel a sus convicciones, dando cada paso cuando se hace necesario y sin acelerar los procesos. ¿Tardó tal vez en que llegara el momento? Quizás, pero tampoco había apuro, y así las curvas se toman con calma.