Anatema: Magia y Punk Chilensis.

Con un cigarrillo en su boca, más piercings que cejas y un hábito parroquiano, llegó el “Padre Anzuelos” el personaje que con su irreverencia y porque no decir herejía llegó a remecer los cimientos del comic nacional el pasado 2013.

¿Quién es este Padre Anzuelos?

Bueno, es el protagonista de un cómic “made in chile” (así es señores, no todo es Marvel o DC) llamado “Anatema: Las Seis Revelaciones del Padre Anzuelos” y la verdad así es cómo se presenta, como una revelación, un aire fresco al cómic nacional, un personaje que calza perfectamente con la esencia del Chileno.

Ya, sé que no soy muy bueno describiendo personajes, por eso, mejor dejaré que el maestro Brian Wallis (Co-Guionista de la novela gráfica junto con Francisco Inostroza), les presente al protagonista.

“El Padre Anzuelos es un cura punk (o con tendencias punk) experto en hechicería y misticismo, que recorre todo Chile desentrañando la geografía mística de nuestro país, por razones conocidas sólo por él. Pero una cosa es clara, a pesar de que se peina con el tema de lo oculto y está aparentemente siempre en control, y que trata de hacer lo correcto la mayoría de las veces, se ha mandado tantas cagadas como piercings tiene en la cara. Y por lo mismo, hoy busca su redención. El problema es que su pasado ha empezado a perseguirle, así que “ahí” se verá si puede o no conseguir redimirse. Y por “ahí”, por supuesto, me refiero al libro: “ANATEMA: Las Seis Revelaciones del Padre Anzuelos”, publicado por Editorial Piedrangular, es un libro muy muy muy bueno. Muy. Y lo dice uno de los autores, así que el lector sabrá que no hay ningún interés creado en dicha recomendación.”

Respetado y a la vez rechazado por sus pares, nuestro hereje parroquiano se enfrenta a todo tipo de males: espíritus, genios y hasta demonios, siempre manteniendo la línea del bien. A lo largo de reconocibles escenarios que representan parte importante de la identidad de Chile, desde la capital hasta el mítico sur de nuestro país. A través de 6 historias, que pueden leerse inicialmente como relatos separados, se mantiene un silencioso hilo conductor que denota la forma prolija en la que fue narrada esta novela gráfica.

Por otro lado, el arte a cargo de Rodrigo Vargas, le da un sello distintivo a la obra, en donde se destacan principalmente aquellas viñetas en las que  se relatan los recuerdos del protagonista,  su pasado y motivaciones, formando una armoniosa amalgama entre sus ilustraciones y los guiones de Wallis/Inostroza.

Más allá de todos los detalles técnicos hay que resaltar que el gran legado de este libro es el protagonista. Un antihéroe carismático, de esos que dan ganas de leer mucho más, en mil situaciones distintas, contra males de todo tipo, en un país tan largo abundan historias donde se asoma el mandinga y podríamos necesitar al Padre Anzuelos de nuestro lado para equilibrar la balanza.

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