Lucybell en Coquimbo: Bendita nostalgia noventera

por Gibran Haq / Fotografías por Jorge Romero

Lucybell apareció frente al público con una hora y media de retraso, habiendo anunciado el show a las 10:00PM, pero la impaciencia por ver el ahora sexteto se disipó con los primeros acordes de “Viajar”, y a medida que cada miembro subía al escenario al aire libre situado a un costado del Club Arena, en Peñuelas, los gritos de entusiasmo de las fans crecieron a nivel exponencial y toda la espera quedó olvidada en cosa de segundos.

La posibilidad de ver a los miembros originales de Lucybell (Claudio Valenzuela, Francisco González, Gabriel Vigliensoni y Marcelo Muñoz) reunió no tan solo a un público “Adulto-Joven” – que creció escuchando discos como “Peces”, “Viajar”, o “Amanecer” – sino que también a aquellos adeptos más jóvenes que se acercaron a Lucybell en su segunda formación estable (Claudio Valenzuela, Eduardo Caces, Cóte Foncea) que dio como fruto a discos más rockeros como “Comiendo Fuego”, “Lúmina” y “Fenix”.

Pero era justo el no saber que esperar. Con influencias muy distintas y celebrando 21 años de trayectoria, ¿un grupo de rock alternativo noventero chileno con seis integrantes sobre el mismo escenario? Había espacio amplio para pensar que íbamos a escuchar un montón de tarros, o dos baterías opacando el resto de los sonidos, o quizás un grupo de músicos que pensó que reunirse y salir de gira era una buena manera de ganar plata rápido a costas de un público fiel. Pero a medida que se desarrollaba el concierto, quedaba demostrada la gran calidad musical de la banda y una cohesión sonora que fue confirmada en una impecable interpretación de “Caballos de Histeria”, del disco homónimo de 1998, o de “Luces no Bélicas”, del disco “Amanece”, del año 2000.

Con Marcelo Muñoz siempre al centro del escenario, al fondo del escenario Coté Foncea alternaba las labores de baterista con Francisco González, mientras que Eduardo Caces se mantuvo casi todo el show en el bajo y al frente derecho del escenario. También al frente y al otro extremo del escenario estaba en programación, secuencias y teclados Gabriel Vigliensoni, animando a la gente a participar con aplausos y saltos.

Canción por canción, se fue manifestando un genuino desborde de energía y una sincronización casi perfecta en cada tema, lo que nos dejó tranquilos al darnos cuenta que está era una reunión genuina, de músicos que estaban disfrutando sobre el escenario, y con un público que disfrutó aún más coreando canciones como “Mataz” y “Mil Caminos” a un punto casi ensordecedor.

El concierto, de algo más de una hora y media de duración terminó con un bis que incluyó “Rojo Eterno”, “Mil Caminos”, “Sembrando en el Mar” y remató con la ya clásica “Cuando Respiro en tu Boca”.

Una vez terminado el concierto, los miembros de la banda se mostraron con una buena disposición a compartir con el público, sacándose fotos con fans y conversando con algunos de ellos. En resumen, un concierto potente, sincronizado y redondo de principio a fin que nos deja pensando en cómo sonará el material nuevo en el que están trabajando.

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