Concepción PopFest 2018: una fiesta que crece

La puntualidad es algo extraño tanto en el público como en la organización de los eventos, pero a las cuatro de la tarde -la hora de partida- ya había gente en La Bodeguita de Nicanor esperando a Cantáreman. El lugar, que acogió la primera edición del PopFest en la región (tercera en el país, luego del Santiago PopFest del 2015 y 2016), había cambiado la orientación del escenario y liberado bastante espacio para permitir un mejor flujo de público entre el sector del escenario, las barras y el patio de fumadores.

La cita, producida por Beast Discos y que sigue los preceptos del PopFest inglés nacido en 2007, busca promover el género en un marco de respeto y desde una organización autogestionada. En ese sentido, el cumplimiento de los horarios y los tiempos de cada show (alrededor de 40 minutos por artista) era clave, y supieron llevarlo aún a pesar de las dificultades técnicas que supone un apretado tiempo de prueba de sonido antes del comienzo del espectáculo.

Cantáreman apareció puntualmente -apenas unos minutos después de las 4 de la tarde- para presentar las canciones de su último EP, “Sombras/Reflejos/Invisibilidad” (2017), y algunas de sus cinco producciones anteriores, como la bella “Un Día Más”.

En un movimiento que parece contraintuitivo, hace bastante rato que José Toloza dejó de tocar con banda para usar simplemente una guitarra electroacústica y un bombo (a la Gepe). El resultado es, sin embargo, cautivante pues centra la atención en la cumplidora y expresiva voz de Toloza, y en su capacidad melódica y compositiva que toca varias teclas estilísticas sin perder unidad.

Con “Rinoceronte” abrieron su presentación las Yorka, un show que sumó a una intérprete en lenguaje de señas para integrar a un público frecuentemente olvidado en la comunión que deberían ser los conciertos.

 Además de adelantar su tercer álbum –“Humo”– con canciones como “Y Bailamos Tanto”, “Paseíto” y “Miedo”, homenajearon a las músicas contemporáneas y al movimiento reivindicativo femenino con un efectivo cover de “Otra Era” (del disco homónimo de Javiera Mena). Si bien está lejos del registro usual de Yorka, las hermanas Pastenes y su apretada banda dieron en el clavo con un arreglo que integraba la canción bastante bien dentro del resto de su repertorio.

Amarga Marga instaló tres sintetizadores en escena para hacer un set centrado en su último disco, “Dimensiones” (2017), y que dejó fuera favoritos del álbum anterior como “Niña Cuchillo” y “20 20”. Sin embargo, las canciones nuevas fueron recibidas con entusiasmo, y en vivo se integran bastante bien entre canciones más guitarreras y de inspiración más prisionera pre-“Corazones”, como “Diana”, “Lávate el Pelo” o “Cerro Cerro”.

Retomando el formato trío en vivo, y esta vez con un controlador midi que Ineino usó para disparar programaciones en “Hermafrodita” y “Análogo y Digital”, los araucanos Inarbolece entregaron un enérgico show que demostró una gran capacidad técnica e interpretativa. El público respondió no sólo coreando las canciones de su primer álbum, sino también armando un círculo de mosh en temas como “Desmadeja” y –especialmente- en el cierre con “As de Trébol”.

Una larga intro de “La Novedad” sirvió para que Tus Amigos Nuevos pudieran chequear sonido antes de comenzar su presentación, pero igualmente las líneas de bajo se perdían a ratos durante el show, entre cortes de la señal y una baja definición que las hacía sonar fangosas.

No por ello el cuarteto dejó de dar uno de los shows más ruidosos y prendidos del PopFest, donde mostraron un par de canciones inéditas (“3×1” y “Bolero”, que acentúan el lado jam que el conjunto explota en vivo) además de las reconocibles “T.A.N. Avergonzada (Ponle Cowbell)”, “Baby Boomers” y “Viernes” (cantar “escuchamos a Mosciatti en la Radio Bio bío” fue demasiado post-irónico).

Rubio, el proyecto solista de Fran Straube (Miss Garrison), mostró las canciones que ha venido lanzando en epés desde 2016, como “Luz”, “Fuego” y “Las Plantas”. Tal y como pasa con su banda, verla ejecutando en vivo resulta aún más apasionante que escucharla en disco gracias a la energía y la prolijidad que pone en la tarea. La música –bastante atmosférica, y que se pasea entre el pop, el trip hop y la electrónica- utiliza efectos y pedales (delay, reverb, vocoder, looper) como si fueran un instrumento más, especialmente cuando son aplicados a la voz o a un violín.

No hubo mucho salto, pero sí bastante coreo en el cierre de la noche junto a Fármacos. El cuidado pop midtempo del conjunto de Diego Ridolfi, especialmente canciones como “Un Gran Final” y “Lento”, se prestaban para el karaoke masivo. Además, el cristalino sonido de la banda hacía imperativo escuchar con atención.

Luego de la bailable “Belleza” –último single de “Estado de Gracia” (2016)- no hubo espacio para un bis, pero Carlos Doerr volvió para invocar el noise a la Thurston Moore, haciendo piruetas con la guitarra mientras alimentaba el feedback acercándose a los retornos y dejando el instrumento en manos del público para que siguiera sonando.

*Fotos: Francisco Arias

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