Cecilia Aguayo sobre los años de Corazones: “Éramos muy bien recibidos, nos trataban como estrellas”

Si hay una figura crucial en los días en que Corazones era el disco más escuchado en muchas piezas de Chile y otros lugares de Latinoamérica es Cecilia Aguayo, quien se incorporó a Los Prisioneros para defender las canciones y la promoción del álbum en un período de dos años.

En la segunda etapa del grupo, Aguayo (médica de profesión) no solo se encargó de los teclados que se destacaban en las canciones de esta época, sino también por su performance en el escenario, en la que demostraba su experiencia en la danza y actuación, dejando momentos memorables como cuando sacó un revólver en “Corazones Rojos” en la recordada presentación de Los Prisioneros en el Festival de Viña del Mar de 1991.

Son años que Cecilia recuerda con cariño. Algunas de estas experiencias vividas en esos dos años las cuenta a continuación, en entrevista con LaRata.cl

-¿Cómo recuerdas los primeros ensayos de 1990?

Primero que todo, había un gran entusiasmo por parte de los tres, todo era nuevo, las canciones, yo, así que había que ensayar harto, no sólo las de Corazones, también todos los hits que ya tenían. Comenzamos en marzo. En total habrán sido unas 20 (canciones). Pero iban saliendo con relativa facilidad. Para mí era fantástico estar ahí y un gran desafío en lo musical, tenía que tocar los principales arreglos en el Emax II, un sampler que tenía todos los sonidos originales del disco así que era bien inspirador. Estar ensayando ahí con ellos me producía gran satisfacción y era divertido, nos reíamos mucho.

¿Cómo fueron esos primeros shows (creo que fueron dos en zonas de la sexta y séptima región), y luego, la presentación oficial en el Teatro Teletón? Había una puesta en escena más ambiciosa con bailarines y coristas…

Los dos primeros shows fueron en localidades cerca de Santiago, una en San Antonio, la segunda no me acuerdo dónde. La idea era que fueran algo así como los ensayos generales, porque el primer gran concierto lo teníamos en Santiago en el Estadio Victor Jara (Estadio Chile en esa en esa época), donde los medios estaban expectantes, tanto por el material nuevo, como por mi incorporación y la de dos coristas, algo impensado para Los Prisioneros hasta ese momento. Teníamos que hacerlo bien. Yo tenía que hacerlo bien. Fueron dos shows. Después de ellos se decidió que las coristas no siguieran, y que la formación conmigo funcionaba bien.

En el desarrollo de tu propia performance, ¿qué cosas te inspiraron?. Conversando con otras artistas, como Javiera Mena, nos han contado que fue una experiencia importante ver a una mujer como parte de la banda más popular del país.

Yo era bailarina y mi principal inspiración venía de mi experiencia con Las Cleopatras, un grupo conformado sólo por mujeres, Patricia Rivadeneira, Jacqueline Fresard, Tahía Gómez y yo. Nuestro trabajo utilizaba el lenguaje del teatro, danza, música y fotografía, y el contenido iba por el lado de explorar libertades y con rebeldía. Estábamos en dictadura, había mucho en que inspirarse, mucho de que rebelarse. Jorge me vio en ese proyecto, desde ahí sabía de lo que yo era capaz en un escenario. En todo caso, el desarrollo de mi performance fue intuitivo, lo fui desarrollando en vivo, incorporaba lo que me acomodaba, lo que me identificaba, lo que comunicaba.
A la Javiera la admiro, subirse al escenario con todas esas máquinas, a veces sola, creando atmósferas…no es fácil. Es amiga.

Hay pocos registros de la gira nacional que hicieron poco después. ¿Qué recuerdos tienes de esos shows? ¿Hay algún concierto que haya sido especialmente notable?

Para mí todos esos shows fueron notables, era mi primera gira. Tenía gran entusiasmo, habíamos ensayado mucho así que salían bien. El público feliz, cantando y la nueva formación consolidada al poco tiempo. Recuerdo mucho cuando eran en estadios de futbol, el momento que íbamos del camarín caminando sobre el pasto hacia el escenario, y de noche. Era muy emocionante. Yo iba nerviosa, pero cuando tocaba el primer acorde del show, que eran violines en Estrechez de Corazon, me tranquilizaba.

¿Qué tan distinto era Chile en esos días? ¿Había más libertad para disfrutar de la noche en cada una de las ciudades que visitaron?

Bueno, estábamos en la etapa post pinochetista de Los Prisioneros. No había toque de queda así que después del show podíamos hacer lo que quisiésemos. El punto era que no había nada que hacer a esa hora, herencia de la dictadura. Esa parte era muy aburrida porque uno termina con la adrenalina arriba. Bueno, eso no pasaba siempre, dependía de la ciudad, el pueblo, de qué día de la semana era. A veces se daba que conocíamos personas que nos invitaba a su casa o nos acompañaban a cenar. Algunas se colaban en el hotel. Solíamos ir a la habitación de Jorge que siempre andaba con un equipito para escuchar música.

¿Habían canciones del repertorio que fueran para ti más especiales o más entretenidas para tocar en vivo?

Las que más me gustaba tocar eran “Es demasiado triste”, “Cuéntame una historia original”, “Muevan las industrias”, “Paramar” y “Amiga mía”.

¿Cómo fue la preparación de los shows para el Festival de Viña? ¿Ya tenían pensado que serían los últimos shows del grupo?

Ensayamos un mes 10 horas diarias. Participar en Viña lo encontré increíble, motivante, comparado con ahora el festival no estaba nada de mal, una plataforma donde todos los músicos pop o de folclor quieren estar. Yo le daba mucha importancia, todos lo veían. Disfruté, tanto los ensayos, como cuando andábamos dando vueltas por el Hotel O´Higgins topándonos con los otros músicos desde Faith No More hasta Manzanero, y sobre todo cuando tocamos, salió bien, como lo planeado. Para Jorge y Miguel era diferente, ellos decían que era un show como cualquier otro. Sí, ya sabíamos, el plan era seguir tocando todo el 91 y listo.

En 1991 pudieron mostrar el disco en varios países como Perú, Bolivia y Venezuela. ¿Qué tal fue esa experiencia de recorrer nuevos lugares donde llenaban estadios? ¿Algún recital particularmente memorable?

En Ecuador también. Tocábamos por Sudamérica con gran éxito, los recintos llenos, de 5.000 a 80.000 personas que se sabían enteras la mayoría de las canciones, era muy bonito y gratificante.Tocábamos canciones de los cuatro discos, había muchos hits de dónde elegir. Los periodistas interesados en hacer sus notas, tenernos en las radios y en la TV. Éramos muy bien recibidos. Nos trataban como estrellas.

Alguno memorable… uno en la Plaza de Toros en Quito, lo recuerdo en particular porque era a medio día entonces veíamos todo el público, su entusiasmo, coreando las canciones. En el video de “El baile de los que sobran”, hay algunas tomas que hicimos nosotros durante el recital. Estaba full lleno, 14.000 personas y se podía ver hasta la última fila.

¿Cómo se vivió el proceso de la última gira que realizaron? Queda la sensación de que fue una gira que no disfrutaron tanto, aunque sí fue más emotiva y con recintos muy llenos.

Sí, yo diría que los dos años en que estuve podrían dividirse en dos etapas.  La primera, el ’90, todo normal, entusiastas, satisfechos, motivados con el resultado, con una claridad artística, y había un futuro. Y la segunda, el 91. Una vez decidido que se iba acabar el grupo, las cosas se complicaron, comenzó a disminuir la motivación, cada vez tomábamos más alcohol en los shows, había más caos y menos concepto artístico, este se empezó a diluir.

Pero yo diría que más importante que todo esto, era que Jorge estaba deprimido, su drama sentimental aún le afectaba, a veces no tenía ganas de tocar, a veces se sentía el bufón de la corte. Cuando el líder vocalista de un grupo no se inspira, no se entusiasma, uno tampoco lo puede hacer, al menos yo, me afectaba mucho lo que le pasaba. Pero así y todo se daban muchos momentos notables en nuestra vida.

¿Cómo fue recrear estas canciones junto a Uwe en los dos shows que se hicieron el 2012 y 2014?

Tocar en Fauna fue fenomenal. La propuesta era tocar exclusivamente el disco Corazones. Me demoré en aceptar la propuesta de Jorge porque no había tocado siquiera una nota en el teclado en 15 años, no me sentía capaz. Lo íbamos a hacer los dos solos, pero el disco duro con las percusiones originales se le había perdido. Cuando Uwe Schmidt escuchó las percusiones que Jorge había reemplazado a la rápida, dijo que él las haría de nuevo, finalmente Jorge lo invitó a sumarse al show. Salió increíble.

Para mí todo un desafío, con emociones contradictorias, por un lado estaba muy entusiasmada con el plan y por otro estaba frustrada porque ya no podía tocar como antes, así que toqué menos que antaño. Estar con ellos en el escenario no me lo podía creer, salió sensacional. Se hizo un CD, un video y un vinilo.

El 2014 fue en el Teatro Municipal y la emoción iba mucho por lo impactante del lugar, su importancia y sobre todo, la imagen que tenía frente a mí. Ver al público cantando, los palcos con sus diseños, la pintura en el cielo, la lámpara central, se producía una exaltación en el ambiente.

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