Breve historia de la música #5: el “otro” punk, autogestión y resistencia

Mucho se ha dicho del punk, en especial del movimiento británico de los 70: la irreverencia de Sex Pistols, la consecuencia de The Clash, la mofa de The Damned. La historia de estas bandas y todos los vástagos que luego optaron por otro giro estético, ya sea hacia sonidos oscuros o lenguajes más pop, es ampliamente tratada.

No obstante, en esta ocasión hablaremos acerca del punk under que mantuvo viva la contracultura más allá de los límites de su muerte comercial a fines de la década de 1970. Nuevas ideas, nuevos sonidos y nuevos protagonistas permitirían al género sobrevivir bajo las más variadas etiquetas pero siempre con la misma premisa: plantarle cara a un mundo conservador y aterrado con la guerra nuclear.

Lee las entregas anteriores: #1 Emo, #2 Britpop, #3 Shoegaze y #4 Metal alternativo

A modo de antecedente, la disolución de los Sex Pistols en 1978, fue el final de una etapa convulsa dentro del punk en que las bandas surgían desde los más recónditos agujeros de Inglaterra y se volvían un impacto nacional. Rebelarse, en medio del desastre laborista que produjo el advenimiento de Thatcher, era algo bastante de moda. Radios, revistas y sellos le daban una cobertura mediática importante a los artistas, al nivel de la música pop. En Estados Unidos se vivía una experiencia parecida, especialmente en Nueva York, de la mano de bandas diversas en sonido pero con “parada” punk: Ramones, Blondie, New York Dolls y Television.

Hacia finales de la década de los 70, con la “Dama de Hierro” ya instalada como primer ministro, la efervescencia punk se repliega y se vuelve subterránea. La represión neoconservadora afectó la cultura juvenil mediante la precarización de la vida y desde el estado policial impuesto por el gobierno. El regreso al under permitió a estos “sobrevivientes” replantearse desde el punto de vista ideológico, estético y sonoro: nacía el UK82.

Un proceso similar se vivió en Estados Unidos, donde la llegada al poder de Ronald Reagan conllevó un vuelco hacia una economía de mercado duro y una agenda conservadora en lo socio-cultural. Por este motivo, también el punk norteamericano pasó por transformaciones que decantaron en el nacimiento del hardcore.

Si bien, el UK82 y el hardcore estadounidense tienen sonoridades y propuestas símiles, ambos movimientos dieron las condiciones para que desarrollaran estéticas diferentes.

El UK82 está íntimamente relacionado con los barrios obreros, presentando una fuerte identificación de clase. Las letras hablaban sobre la violencia policial, el fútbol y las penas y alegrías de la vida proletaria. Musicalmente se caracterizan por la crudeza y velocidad, inspirado por el rock n roll acelerado y visceral de Motörhead, además de la ya consolidada Nueva Ola de Heavy Metal Británico.

El movimiento UK82 se puede subdividir en dos corrientes. El street punk sigue una senda nihilista y ácida, además del uso de peinados mohawks y chaquetas con parches y tachas. El Oi!, en tanto, responde a una estética típica de los obreros ingleses de la época. También se relaciona al movimiento skinhead, ya sea izquierdista como ultraderechista.

En tanto, el hardcore estadounidense también toma como base un aumento en la agresividad y velocidad del punk tradicional. Voces gritadas, bajos marcando las octavas y guitarras distorsionadas marcan la pauta en el sonido fundamental. Se pueden distinguir dos escenas principales: la festiva y ácida escena californiana (donde destacan grupos como Dead Kennedys y The Exploted); y la política y comprometida escena de Nueva York (con bandas como Gorilla Biscuits y Agnostic Front).

Si algo unió también al “otro punk” es la inquietud de sus músicos. Tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, las bandas tomaron el sonido base de principios de los 80 y experimentaron sobre él. En las Islas Británicas, la propuesta acelerada de Discharge fue escuela para el crust punk y el grindcore, géneros que coquetean tanto con el punk como con el metal extremo. En estos estilos destacan Doom, Napalm Death,  Extreme Noise Terror y en USA, Terrorizer. Incluso, la relación entre este punk ochentero y el metal es dialéctica, influenciando y recibiendo influencias. No por nada bandas como Discharge y Bad Brains (en el caso estadounidense) son citadas como influencias de Metallica y Slayer.

En Estados Unidos, pioneros como AdolescentsDead Kennedys, Black Flag y Bad Brains, serían inspiración para las más variadas experimentaciones: la velocidad melódica de Descendents y Bad Religion; la fusión thrash metal de Suicidal Tendencies y D.R.I; el giro emocional de Embrace y Rites of Spring; y la genial creatividad de Fugazi. A ambos lados del Atlántico las etiquetas se multiplicaban, pero siempre bajo el amparo de la actitud punk. Hardcore, anarcopunk, crust punk, grindcore, crossover thrash, straight edge; iban más allá de los cuatro acordes de los Sex Pistols y la inocente autodestrucción de estos.

Culturalmente, el punk de los 80 representó un espacio de resistencia. La filosofía del Do It Yourself (DIY) fue el motor de sellos discográficos, festivales, fanzines y agrupaciones sociales-artísticas al margen del mercado. La idea principal era la de rebelión contra los órdenes neoconservadores con un alto compromiso ideológico, desmarcándose de la “contaminación” comercial que sufrió el punk inglés de los 70.

El sonido duro del punk también llegaría a América Latina. En algunos casos, como el de Colombia, Brasil y México, de manera casi paralela a Europa y Estados Unidos; en otros, como el de Chile, el florecimiento sería ya entrados los noventas. Bandas a destacar son Desobediencia Civil (México), Ataque en Contra (Colombia), Gx3 (Perú), Supersordo (Chile) y Ratos de Porão (Brasil). También es importante mencionar a Los Crudos, quienes, aunque tienen su base en Chicago, tienen miembros latinos y letras en español, lo que los hace representantes del sonido latinoamericano a nivel internacional.

En fin, la dirección del punk de los 80 se puede entender por dos factores fundamentales. Primero, la búsqueda de una propuesta anticomercial que, por un lado los diferencie del movimiento de fines de los 70; y por otro, el activismo frente al avance de la derecha conservadora. El segundo factor es la influencia que tuvo el heavy metal, en especial el death y el thrash. Sin embargo, es importante considerar la experimentación sonora de bandas como Fugazi y Big Black (estos últimos incluso jugaron con el noise y la música electrónica).

De esta forma, bajo una propuesta de autogestión y resistencia, el “otro punk” rescató los valores fundamentales del movimiento y les dio un empuje nuevo: la libertad estética en nombre de la contracultura. La influencia de este movimiento sobrepasaría las barreras del punk, llegando a inspirar al movimiento emo, riot grrrl, noise pop, entre muchos más.  Y hasta el día de hoy, el ruido subterráneo no se detiene.

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