Los Jaivas cantaban cumbias: historia y transformación de una leyenda

El paso de The High & Bass a Los Jaivas demoró poco menos que una década. Un proyecto musical nacido entre juegos infantiles, pasó a volverse una actividad que buscaba entretener y amenizar las fiestas juveniles de los años 60. Sin embargo, los cambios de los años 60 empujaron a que el grupo viñamarino saliera de su zona de confort para explorar sonidos ancestrales y de vanguardia. Nacía la leyenda.

La historia de Los Javas comienza primero como grupo de amigos y luego como banda musical. Así lo señala Mario Mutis en una entrevista para Revista Capital en 2012: “Yo era compañero de Gabriel Parra en quinto básico. Claudio era compañero del Gato Alquinta, ellos estaban en octavo básico. Eduardo también estaba en el liceo e iba a clases de vez en cuando.” El bajista narra que la amistad del grupo era profunda al punto que él y “Gato” Alquinta prácticamente “vivían en la casa de los Parra”.

La música aparece en la vida del quinteto como un juego. “Al principio fingíamos que éramos una banda”, cuenta Mario. “Tocar” música era uno de los tantos divertimentos artísticos que disfrutaban juntos, como las funciones de “circo” y la creación de revistas de ilustraciones. La música entra formalmente en la vida del grupo cuando los hermanos Parra comienzan a tomar clases de piano en su casa.

El 15 de agosto de 1963, en su natal Viña del Mar, los cinco amigos se pararon sobre un escenario por primera vez. El conjunto interpretó Sueña de Luis Dimas con un vocalista invitado que no dio la talla. El concierto fue un absoluto desastre, forzando a Eduardo “Gato” Alquinta, Mario Mutis, y los hermanos Eduardo, Claudio y Gabriel Parra a dejar el escenario anticipadamente bajo una lluvia de monedas lanzadas desde el público.

A pesar del fracaso de su primera presentación el grupo decidió continuar con la música, esta vez, de manera más seria. Alquinta tenía una guitarra, Cludio un acordeón y un piano; el bajo de Mario fue construido por el mismo Gato Alquinta. De esta forma, la banda comienza a ensayar y a sacar covers de música bailable como cumbias, boleros y chachachá.

Fue el momento del nacimiento formal de la banda bajo el nombre de The High & Bass. Este nació de la broma de Juan Carlos Ortiz, amigo de la banda, acerca de las diferencias de estatura entre los miembros. Los Parra eran los altos mientras que Gato y Mario eran los bajos.

https://www.youtube.com/watch?v=7eEh4URh5kE

Progresivamente, el grupo se volvió el plato fuerte de varios locales en toda la región (por ese entonces Provincia) de ValparaísoEl Molino Rojo en La Calera, El Neptuno en Viña del Mar, el Pedagógico de Valparaíso (que hoy es la Universidad de Playa Ancha), teatros y liceos varios eran los escenarios en que el quinteto entretenía a una juventud que lentamente se volcaba a pasar una entretenida velada. Chiquillos y chiquillas que, con autorización paterna o no, salían a bailar y a conocerse.

Mario Mutis recuerda esos recitales como muy divertidos. “Pasábamos cantando entre las mesas con guitarra y acordeón, tirando serpentinas. Hacíamos el trencito, la colita, que levante la patita…” También Mutis recuerda el histrionismo de Gabriel cuando “se disfrazaba e inventaba personajes“.

El paso de los años hizo que The High & Bass se volviera una banda referente en la Región de Valparaíso. Pero la apasible y despreocupada privamera juvenil de los años 60 cambió para finales de la década.

La década de 1960 trascurre de revolución en revolución. La izquierda chilena toma inspiración de la victoria revolucionaria en Cuba, las mujeres pasan de exigir derechos políticos a cuestionar el orden social y cultural que las somete, los universitarios se movilizan por transformaciones en el modelo académico nacional.

La Nueva Ola y su inocente cancionero pop ya no satisface a gran parte de la juventud, pasando paulatinamente a un segundo plano. Sin embargo, en The High & Bass este proceso se vivió al revés. Fueron los mismos músicos viñamarinos quienes comenzaron a cuestionarse la música festiva y liviana que tocaban en las reuniones sociales juveniles.

El primer quiebre se vive en 1967, cuando el grupo consigue instrumentos eléctricos marca Yamaha (una novedad en el país) y cambia su repertorio hacia un sonido rock tradicional. El cambio de estilo los posiciona de inmediato en la órbita del incipiente movimiento hippie, que fue el público que asistió a aquella fundamental velada en el club Las Bahamas.

El segundo quiebre ocurre cuando Eduardo “Gato” Alquinta decide renunciar a la banda. El giro rock hizo que el músico se interesara por sonidos de vanguardia, rechazando la música comercial que tocaban desde principios de la década. En una decisión que conmocionó al grupo, “Gato” Alquinta abandona el conjunto y emprende un viaje por América Latina con su esposa e hijos.

El regreso de “Gato”, en agosto de 1969, provoca el tercer quiebre. Alquinta llega con nuevas perspectivas musicales, influida por la música folklórica latinoamericana y del rock psicodélico y progresivo de la época. El resto de la banda captó enseguida la propuesta, dado que todos estaban con inquietudes similares. Había que dar un giro musical en función a los tiempos urgentes que se vivían.

Sobre la influencia folklórica, “Gato” Alquinta explica en una entrevista: “Sudamérica es tan rico en géneros musicales, y es tanto el desconocimiento que existe; la ignorancia del público latinoamericano con respecto a toda estas maravillas musicales que tenemos en el continente, que por suerte,  nosotros sí conocemos”.

Rápidamente pasan de ser The High & Bass a llamarse Los Jaivas. Un nombre críptico, en español y de crustáceo; un guiño a su origen viñamarino. El grupo se electrifica, matizando ese elemento vanguardista con influencias folklóricas del continente, sintetizando el rupturismo con la tradición ancestral. Pasan del terno y la humita a dejarse crecer la barba y el pelo, usando sandalias, pantalones de saco y camisas hechas a mano..

Al año siguiente comienzan a presentarse en círculos universitarios, así como en el Cine Arte de Viña del Mar. Dejan la festiva cumbia y el romántico bolero por sesiones de improvisación en el que se funden el rock, lo afro, lo andino y lo docto. “La improvisación era instrumental, la voz era muy primitiva, y recién comienza a aparecer al final de esta etapa con textos improvisados también”, relata Claudio Parra. 

La última etapa de metamorfósis se vive, primero, en enero de 1970, en el Festival de Música de Vanguardia celebrado en la Quinta Vergara. Luego, en el Festival de Piedra Roja, en octubre de ese mismo año. Estos momentos son la consolidación de Los Jaivas y el fin definitivo de The High & Bass, el inicio de la leyenda musical latinoamericana.

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