Cómo la música sanó mi corazón (o eso creo)

Era un 12 de junio y ahí estaba yo. Con el celular en la mano de quien en ese momento era mi pareja. Miraba atónito una conversación que se salía de lo normal, con alguien que no conocía.

Entré en pánico. Se me nubló la vista y un pito en mi oído silenciaba todo alrededor. Primero me culpé: nunca debía haber revisado su Whatsapp, pensé. Sin embargo esa corazonada que sentía unas horas atrás, invalidaba mi culpa.

Todo terminó esa noche y de ahí mi mundo se vino abajo.

Noches sin dormir, días sin comer, tardes sin dejar ni el pijama ni la cama. Así se pasó junio.

Incluso el intentar escapar de los demonios me abrió la puerta a atentar contra mi vida. Me arrepiento tanto.

Los días pasaban y nada cambiaba. El rechazo de parte de ella seguía latente y los días cada vez dolían más. La contrastante soledad de la capital me molestaba. Necesitaba a alguien con quien estar, a quien contarle mis problemas y que me de una mano.Sin embargo, solo estaba yo.

Fue ahí cuando navegando en las largas listas de Spotify, pillé refugio en la música.

Pasé de las listas tipo “Top 50 Chile” a escuchar día y noche el Melodrama de Lorde.

Es que a pesar de las letras oscuras y tristes del disco, encontraba un refugio en aquel álbum. Y me representaba tan bien. “Three years, loved you every single day, made me weak, it was real for me” fue la frase que estampé en cada tweet e historia de Instagram. Sí, soy de la generación Z.

Y es curioso como la música triste nos sana el corazón, pensaba. Pero Lorde me entiende. Al escucharla cantar, siento que está leyendo mis pensamientos. Siento que entiende mi dolor y si ella pudo salir de ahí, ¿por qué yo no?

Sigo en Spotify y me encuentro con Clairo. La queen del bedroom pop, que en su Diary 001 escribía sobre mí. O eso pensaba. O eso pienso.

En los parlantes de mi computador se escuchaba “4EVER” día y noche. Cómo no, si era yo quien cantaba “Is it ever gonna change? Am I gonna feel this way forever? Are you gonna be around for me to count on?”.

Me sentía bien escuchándolas cantar sobre lo que sentía. Escuchándolas decir lo que yo no me atrevía a decirle ni a mi familia.

Pero dentro de toda recuperación, siempre hay recaídas. Fue así, como mientras navegaba por mi música en mi fiel-amiga aplicación, llegué al que era nuestro grupo favorito. Al que nos emocionamos al escuchar en vivo en el Lollapalooza y del que nos dedicamos las canciones más mamonas. Oh Wonder, los quiero mucho, pero no puedo escucharlos sin pensar en ella.

Y así fue como pasaron los meses y mi compañía cambió. Pasé de estar día y noche con quien amaba, a apreciar la música que tenía a mi alcance. SZA se convirtió en mi mejor amiga y Lorde en mi confidente. Paramore y Halsey me invitaban a dejar todo atrás, me decían que no habría perdón y que salga a vivir la vida. Pero uno siempre vuelve a lo suyo y Ed Sheeran me recordaba lo lindo que fue estar juntos.

Ahora estoy aquí, esperando saber qué pasará con nosotros. Esperando un artista que me lo diga.

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