Cerca de 300 personas haciendo una fila por tres horas ¿para un disco? ¿Si se puede escuchar en YouTube, qué gracia tiene? Sí, aún es valido. Hay menos casos que antes, pero cuando se dan, son algo muy auténtico y que va más allá de la simple firma del artista sobre el librito del CD, que puede o no terminar empolvándose al lado de un viejo libro escolar.
Como se ha visto en otras situaciones (festivales, especialmente), acá el pago es por la experiencia. “Es que ustedes no se imaginan lo que significa esto para las personas” nos cuenta Marcía Jorquera, madre de una pequeña de 13 años que con mucho nerviosismo se tomaba una fotografía con Gepe. “Hoy día yo tenía turno, yo trabajo en salud y sabís que cambié mi turno para traerla, me dijo “es que mamá, es mi oportunidad de verlo cerca y conocerlo”, y así lo hice. Todo sea por los hijos”, aclara la progenitora que tuvo que hacerse un tiempo para llegar a la firma de discos, organizada por el sello Quemasucabeza en el Cine Arte Alameda el pasado lunes 10 de agosto.
“A Gepe lo hemos visto en todos lados, la acompañé al Neutral, al Pulsar, en todos lados, te juro”, comparte Marcia, que destaca un elemento que comparten la mayoría de los asistentes esta tarde: gracias a su hija, se ha acercado no sólo a la música de Gepe, sino también de sus colegas de ruta: “Por ella me hice fan de su música, y me hice fan del Pedropiedra y de la Felicia (Morales)”, comenta con emoción mientras sostiene dos celulares para tomar las fotografias mientras Gepe firma la copia del CD.
La edad promedio del público es 15 años. Aunque hay excepciones, la mayor parte de los chicos y chicas que llegaron esta tarde son personas que crecieron con Gepe. Pasaron ya 3 años de su último disco (“GP”, 2012) y ese tiempo fue suficiente para alimentar a una fanaticada distinta a la barra que lo seguía en salas pequeñas como la Sala Master o el Normandie. “Yo soy fan de hace mucho. Desde que salió, desde la primera canción que escuché del, Por la ventana”, dijo Ivania Aguilera, quién al igual que la mayoría de los asistentes, ya coreaba parte e las canciones de “Estilo Libre” que sonaba de fondo por los parlantes del Cine Arte.
“Me gusta es que ha ido evolucionando, y eso me gusta harto de los artistas, como Manuel García que antes era sólo guitarra y ahora mete sintetizadores. Y ayer escuché el disco entero, me quede hasta las 4 de la mañana para poder comprarlo por Portal Disc, y me gustó. Creo que es como una continuación del disco anterior, lo escuché como tres veces hoy” nos dice Simón Cartés, explicando otro elemento que distingue a esta joven audiencia: no hay prejuicios detrás de lo que escuchan.
Tal vez ahí está la primera pista de lo que puede pasar con “Estilo Libre”, un trabajo abiertamente creado con ambición popular, pero que a diferencia de lo que podría haber sido una maniobra sospechosa (en los ’90 y ‘2000 con los grandes sellos detrás poniendo lucas), aquí la intención se hace -como siempre- desde la independencia, y por el simple gusto de llegar a sonar como los grandes.
Era un paso necesario y que se dio por una evolución natural de las cosas. Pero, a pesar de lo que podría parecer en otros casos, no ha cambiado todo. Como pasó con la familia de la joven Alejandra Pérez, quien acompañada de su padre, llevó una vieja fotografía en la que se podía ver a un joven Daniel Riveros en medio de una celebración de barrio. “Yo vengo a acompañarla a ella que lo conoce desde chiquitito, eran vecinos. De cinco años se conocen”, agregó el padre de familia mientras su hija compartía con el músico. Y tal como pasó con ella, el músico compartió con todos y cada uno, reconociendo incluso amigos en común.
Los fanatismos aún pueden ser una realidad, pero no son como eran antes: son micro-fenómenos, con grupos de seguidores que no repletarían un Estadio Nacional, pero si acompañarían a su artista en cualquier incursión, lo que a la larga es algo más sólido que esos fanatismos dudosos que rodearon al rock y pop chileno cuando había una inversión enorme detrás para despilfarrar en cuanta promoción. Sin videos en MTV y sin Rock&Pop programando el tema de la semana: sólo la convicción personal por la música.