Hace un año, Benjamín Walker lanzó “Libre”, su cuarto disco en solitario que consolida sus 10 años de carrera. Y para celebrar la década, el músico decidió hacer un concierto a lo grande en el Teatro Oriente, que decidió titularlo “Presente”.
Un repaso por toda su carrera será la presentación agendada para el próximo domingo 25 de mayo. Un show que aún tiene entradas a la venta a través de Ticketmaster.
A mediados de marzo, conversamos en profundidad con Benjamín Walker sobre su próximo concierto, además de sus reflexiones sobre la industria, la melancolía chilena y sus consejos para la vida unviersitaria.
Benja, comenzaste el año con varios shows por el país, incluyendo un sorpresivo acústico en el MUT. ¿Cómo viviste esas presentaciones?
“Libre” cumplió un año en enero. ¿Cómo sientes que ha madurado este disco?
Ese concepto de madurar se da harto últimamente, más que del impacto, o de la lista, o de todo eso. Y tiene sentido, porque estamos en la época de la industria musical donde se publican la mayor cantidad de discos por día. Hay un dato que leí, que hoy, en un día, se publican la misma cantidad de discos que en todo 1987. ¡Guau! Es demasiado.
Creo que se está tratando mucho más de un juego de resistencia, y de ver que sale a flote después de un tiempo, que es lo que impacta en primera instancia. Sobre todo en la música independiente, porque no está la infraestructura ni los recursos de que, comunicacionalmente, un proyecto impacte la primera semana, como si lo pueden hacer otros artistas.
Artística y musicalmente, el disco ha envejecido bien. Las decisiones estéticas que tomamos, las decisiones de composición también.
Hay algo en particular que me ha gustado mucho observar, y es que la gente aprecia el disco como un todo. Más que una canción u otra que haya sobrevivido, como al lanzamiento del disco, el feedback que me llega, o por escrito o en vivo después de los conciertos. Es lindo ver que ellos mismos constaten que el disco les impactó, o que los acompañó en un momento, o que supo ponerle palabras a cosas que estaban experimentando.
Uno compone desde muy adentro, no en introspección, sino que con poca perspectiva, con poca distancia del proceso por el que estás pasando. He agarrado distancia de cómo estaba cuando compuse las canciones, y me han llegado comentarios como, “el disco me acompañó en mi proceso de migración”. Una chilena que viajó desde Lisboa para escuchar el disco, me dice eso, y yo como que me cae en cuenta como que sí, el disco fue en mi propio proceso de emigrar a México.
Ahora hace poco alguien me dijo: “No sé si los menores de 30 van a entender tu disco, porque para mí es un disco de pasar a los 30 años”. Me dice eso, y es como, claro, tiene mucho como del paso un poco a la adultez.
Es bacán ver a los colegas atentos a lo que pasa en Viña, porque eso también es responsabilidad nuestra. Creo que pasaron unos años muy cómodos de que Viña no pescaban a la música chilena. Bueno, pero tenemos que ir a tocar la puerta también.
Quería pedirte un consejo para los que entran a la universidad, especialmente a Derecho, que es lo que estudiaste.
Es difícil, ¿no? Porque todos entramos a la universidad en circunstancias muy distintas. Muchos lo hacen por la necesidad de sus contexto, de encontrar en el futuro un mejor bienestar material, otros son primera generación.
Lo digo porque yo vengo de un contexto de privilegio. Y para mí, haber tomado la decisión, después de egresar, de dedicarme al arte, fue, por supuesto, desde un contexto privilegiado. No todos pueden hacer esa reflexión. Y lo respeto y lo tomo, claro, con la distancia que corresponde que yo tome desde mi posicióin. Pero hay algo seguro: nadie sabe quién es en la vida cuando tiene 18 años.
Estamos en una época de la vida donde quizás somos los adultos menos adultos cuando tenemos 18 años. Y lo digo porque no es raro que en el curso de los 20, las circunstancias en nuestro entorno nos lleven a encontrarnos y reconocernos a nosotros mismos de otra forma. Darnos cuenta que somos una persona distinta a la que nos habíamos convencido de ser. Lo digo porque el sistema universitario chileno es muy profesionalizante en términos muy absurdos.
Son carreras que, a diferencia de otros sistemas, en vez de ofrecerte un abanico amplio de conocimiento y educación en torno a varias disciplinas, somos más bien enfocados a ser muy específicos y técnicos en un área específica. Lo que a mí me parece una estupidez ilimitada, considerando que hoy día vivimos en un mundo mucho menos técnico que antes, porque la digitalización y la técnica están reemplazando a donde el hombre o la mujer reemplazaba la técnica antes. Hoy hay un mundo mucho más abierto a valorar la interdisciplina en la persona o la apertura de mente.
Y creo que Chile está muy al debe con formar individuos y personas y ciudadanos a la altura de estos tiempos. Yo estudié Derecho y el ramo más ajeno que tuve al Derecho fue ajedrez. No puede ser, porque sale gente con muy poca visión del resto de las disciplinas, que es absolutamente necesario para que nos conozcamos a nosotros mismos de otra forma también.
Entonces diría, si es que tuviese que decir algo porque tampoco sé nada, de siempre vivir esa experiencia con la distancia de que tenemos permiso para convertirnos en otras personas a lo largo del tiempo y no perder de vista eso. Al final muchas veces nosotros somos nuestro peor paco, y somos nosotros sin que nadie nos obligue, los que nos condicionamos a creer que tenemos que hacer una sola cosa o porque empezamos una carrera tenemos que terminarla. A veces el contexto social y material nos obliga, y por eso lo digo con respeto y con la responsabilidad que amerita que yo lo diga. Pero eso, pásenlo bien, es una etapa donde creo que hay que pasarlo bien también.
Para ir cerrando, te invito a definir cada uno de tus discos en una frase. Empecemos por “Felicidad”.
“Brotes”.
Volví a lo exploratorio.
Amor propio por primera vez.